Las alumnas Alejandra Gómez Hoyas, Lucía Cortabitarte Viota, Inés Sánchez Adeva, y Lucía Cavada de la Riva de 1º de Bach. han sido premiadas en la modalidad de Bachillerato en el Certamen Escolar de Fotografía y Relato Corto, organizado por la Consejería de Educación y la Asociación de Libreros de Cantabria bajo el lema "Que pasa en tu biblioteca". Nuestras premiadas presentaron una fotografía y un relato inspirado en un poema de Walt Whilman. Nuestras felicitaciones a todas las participantes.
Fotos:
Las alumnas premiadas |
Acto de entrega de los premios en la Plaza Porticada |
http://www.educantabria.es/noticias/39716832-exposicion-y-entrega-de-premios-del-certamen-escolar-que-pasa-en-tu-biblioteca.html
Aquí os dejamos la fotografía y el texto presentados al concurso:
ENTRE PÁGINA Y PÁGINA
Relato
inspirado en el poema de Walt Whitman :“Pasé una vez por una populosa ciudad”
Me entusiasmas. Te adoro. No recuerdo tu nombre, pero me
entusiasmas de todas formas. Tampoco recuerdo el olor de tu pelo, la forma de
tus labios, pero sí la de tus ojos; son grandes, oscuros, casi negros, del
color de la tinta.
Te tenía aquí, ¿recuerdas? En mis manos, tus palabras son
ríos de historias de esas que se toman con café, con té y azúcar. Paseamos
juntos por toda la ciudad, la pusimos patas arriba; te esfumabas entre los
alaridos de automóviles con prisa y las tinieblas de farolas demasiado altas
para verte del todo.
Si me quedo ciego, juro que será por tu culpa. Será por
perderme en ti, en todas esas caricias casi intangibles y tus efímeros suspiros
que nunca llenaron el silencio como hicieron los míos. Será porque soy ese tipo
de necio que enloquece por la vivísima imagen de tus sueños, aunque te
desvanecieras y me dejases atrás cuando volviste a tu rincón dorado-caoba, a
esa sala de trofeos de papel…de mi Biblioteca, de tu Biblioteca.
Eres un recuerdo. Dulce, como un sueño, tontería de
juventud. Eres esa, la única, especial. ¿Te lo han dicho alguna vez? Me imagino
que sí. Te lo habrán dicho mil y una veces, pero es imposible que nadie lo
dijera tan en serio como yo. Te echo de menos.
Yo vuelvo a las calles. Persigo tu sombra de azafrán. Me
dicen que me equivoco, que nunca has estado aquí, pero eso es mentira; sí
estuviste, sí estuvimos. No soy tan listo. Vago sin rumbo, desorientado, solo y
perdido entre tanta gente, buscando el oasis donde poder encontrarte. Te
comparan con Jimena. No eres Jimena. Que me confundo, que eres la prometida de
un tal Mister Darcy a quien yo no conozco. Pero no es cierto. No llevas lazos
ni te atan los prejuicios, aunque el orgullo te venga de familia, y no eres
ninguna hechicera de ninguna isla helena.
De repente recuerdo tu nombre. Tú eres Moira, eres mi
Moira, porque el nombre que te dan los otros carece de sentido alguno. Esos
viejos cascarrabias se creen que deliro, pero estoy bien despierto porque puedo
leer tus enfados y alegrías con los ojos cerrados o vendados por la tela de la
ignorancia.
Te he estado buscando, ¿sabes? Te recordaba mayor, pero
quizás es porque he crecido desde la última vez que nos vimos, justo aquí, en
nuestro Templo de libros. En esta misma esquina de este mismo pasillo, con las
luces adormecidas, con el polvo de todo el tiempo que has visto pasar. Tengo un
nudo en el estómago o quizá en la garganta, y mis pulmones estorban al contento
corazón que corta el silencio sordo de mi boca.
Me entusiasmas, ¿sabes? Tú y tus ojos del color de la
tinta. Sé – por loco que sea (no me llames loco, sólo enamorado) – que me has
estado esperando, y me saludas con las mismas palabras de rubíes y zafiros –
palabras de piedras preciosas – que utilizaste para atraparme la primera vez.
Tú eres Moira, el personaje
de mi historia favorita, aquella que leeré una y otra vez.
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